Monday, December 11, 2017

Lo que enseña estar lejos

La otra noche me di un corto paseo a pie por mi ciudad de residencia actual, Leiden. Como era tarde y hacía frío, las calles estaban vacías lo que me permitió relajarme y reflexionar; en ese paseo me puse a pensar en lo que haber vivido más de un año en Holanda me ha enseñado de la gente pero sobretodo de mí.

Algo más de 14 meses es suficiente tiempo para reconocer muchos patrones asociados tanto a mi comportamiento como al de los demás. Especialmente porque nunca había estado tan lejos y nunca había tenido tanta responsabilidad con mi propio bienestar, quizás también por el hecho de que acá hay muchísima libertad y porque a esta edad se tiene la posibilidad de vivir sin cohibiciones y se pueden tomar decisiones a gusto. 



Vamos a lo que estas vivencias han hecho en mí. Primero, uno de los aspectos positivos de esta experiencia es que ha hecho que los ideales que me llevan a trabajar por mis objetivos se fortalezcan, dando valor a la idea de mantener una buena disciplina en la vida académica y deportiva; en realidad no es porque acá tengan esa visión de las cosas (que es en general es una visión más relajada y descomplicada), sino porque estar solo me ha hecho apegarme a esas convicciones que traía desde antes, especialmente la de tratar de lograr la felicidad asociada a la satisfacción de lograr metas a mérito propio (que sin dudas es el mejor tipo de felicidad).



También he de mencionar que estar en un ambiente individual y personal me ha hecho volverme más paciente y aprender a vivir con la certeza de que hay cosas que no se pueden controlar o cambiar, me ha ayudado a entender que está bien equivocarse, sentirse a veces agobiado y débil. La importancia de escuchar más y hablar menos, criticar menos y construir más. Igualmente, el hecho de conocer muchas culturas y personas de tantos países con tantas historias y pasados hace inevitable aprender a desarrollar una mayor empatía y me ha ayudado a comprender mejor el contexto en el que han desarrollado sus hábitos y costumbres. 


En este país he conocido todo tipo de personas, desde aquellas con aversión a la mediocridad y al fracaso hasta los típicos mediocres e inútiles, desde gente culta y muy inteligente hasta idiotas sin propósito, eso es universal. También he notado que se cumplen ciertos estereotipos como que los europeos (al menos los de esta zona) sí son en general personas más frías que nosotros los latinos, que tendemos a involucrarnos de una manera más personal en todo lo que hacemos, los europeos suelen ser eficientes pero no tan apasionados (los mediterráneos parecen estar en un punto medio).

Sin embargo no todo lo que he aprendido de mí estando acá ha sido positivo, es aquí donde he identificado algunas de mis mayores debilidades, acá más que en cualquier otro lugar descubrí que puedo llegar a ser muy mediocre y que hay muchas falencias que no conocía de mi carácter. El entorno nada hostil, pero ciertamente aislante facilita los momentos en los que uno se puede volver prisionero de su propia mente y en los que uno invierte mucho tiempo en luchar contra las tormentas mentales que se pueden volver agobiantes y exhaustivas, por eso he entendido la gran importancia que tiene el seguir trabajando y el socializar con amigos y colegas para no dejar que las complicaciones de la mente se vuelvan un obstáculo para la agenda productiva.



Si bien he hecho buenos amigos y he mantenido una buena vida social, es inevitable tener la sensación de que (a excepción de los estudios) acá no hay nada estable en mi vida, lo que a veces me produce pequeñas angustias que se van a las pocas horas ya que afortunadamente el entorno en el que me muevo (mi equipo, mis amigos, mis obligaciones) me facilita evitar esos agravios de la mente. En mi caso no fue muy difícil adaptarme y sentirme cómodo viviendo acá, pero soy consciente de que estar solo en un país puede ser duro para muchos, lo sé de primera mano por algunos amigos internacionales.

Algo que sin dudas he notado es que conforme uno crece se va volviendo más difícil identificar buenos mentores y uno se ve forzado en ocasiones a ser su propio consejero, mucho más en sociedades como ésta en las que se le da mucha importancia a la individualidad en la toma de decisiones. Esto hace que uno se vuelva más perceptivo con los trucos de los sabios y expertos y aprenda de ellos sin necesidad de interactuar con ellos, sino a partir de la apreciación de sus logros.




Otra cosa que aprendí de mí es que conservo una personalidad juvenil en cuanto a las cosas que me emocionan y me hacen reír. Considero que es importante tratar de conservar un espíritu joven pese al tiempo y en mi caso, a pesar de las tonterías que hago constantemente siento que estoy en un nivel de madurez acorde a mi edad y al estado de mi carrera. Espero no volverme una persona muy seria, aburrida o pesada, entiendo la importancia de apreciar a esa parte de nuestro ser que nos hace impredecibles y espontáneos.

Finalmente uno de los temas de los que más he aprendido en este tiempo es el de la sensación de libertad. Está claro que no siempre es posible hacerse y reconocerse libre, aprovechando las oportunidades de encontrar felicidad en esa condición de libertad e individualidad, pero he notado que es posible siempre y cuando se ponga en perspectiva todo lo que sucedió antes para llegar hasta acá. Sin lugar a dudas es en los momentos en los que siento esa libertad cuando más disfruto de la compañía de las personas que me rodean y del día a día en estas tierras frías llenas de historia.




En algunos meses me iré a Australia, a vivir una nueva vida, conocer nuevos lugares, culturas y personas, aprender más sobre la gente y sus costumbres, sin alejarme del todo de las personas maravillosas y de gran valor que he conocido acá. El saber que se acerca ese nuevo paso me emociona, y me hace disfrutar cada momento acá de una manera mucho más profunda. Espero dejar buenos recuerdos en las personas que me he cruzado acá, porque a donde sea que uno vaya, siempre deja una parte de su historia.

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