Mi vida universitaria me ha mostrado lo importante que es seguirle el paso a los virtuosos, a esos que inspiran gran admiración y respeto pues son ellos los que generan confianza y te demuestran que sí es posible lograr cosas que creías imposibles.
Tanto en el ámbito académico como deportivo se encuentra uno con personas admirables de los cuales se deben seguir los pasos, siendo ésta la mejor forma de darles un homenaje. Darle un homenaje a los virtuosos siempre es bueno.
Una de las grandes enseñanzas que he tenido últimamente ha sido que los ideales deben ser perfectibles, lo cual se puede hacer mucho más fácilmente siguiendo el camino que ha trazado un virtuoso para llegar a serlo. En mi opinión, una de las peores cosas que se pueden hacer en la Universidad y en la vida es casarse con la pereza, la mediocridad y la resignación de que los ideales no se logran ni se mejoran, comportamiento del que tanto huye el ser de virtud.
Es como seguirle el consejo a algún drogadicto o alcohólico con infulas de literato e intelectual de esos que abundan en las universidades, sobre todo en las públicas; ese tipo de personas que se resignan a que nunca cumplirán alguno de sus ideales propios, mucho menos de perfeccionarlos, y que bajo su propia percepción los virtuosos son seres de suerte que no se merecen sus halagos.
Si usted quiere llegar a algo que valga la pena contar a una futura generación, sígale el paso a los virtuosos pues tenga por seguro que ellos hicieron lo mismo para llegar a serlo.